Es esencial que realices cambios importantes en tu manera de alimentarte si estás diagnosticado de alguna de las siguientes patologías crónicas:
Sobrepeso, obesidad o aumento de la grasa visceral
Digestivas: disbiosis intestinal, SIBO, distensión abdominal, colon irritable, gases, diarreas, estreñimiento, nauseas, reflujo, gastritis, diverticulitis…
Cardiovasculares: aumento de la presión arterial , del colesterol y/o de los triglicéridos
Metabólicas: diabetes tipo 2
Respiratorias, alérgicas o autoinmunes
Renales: insuficiencia renal crónica (ERC)
Alteraciones musculares o Reumáticas: dolor crónico, artritis, artrosis, osteoporosis, fibromialgia, fatiga crónica…
Endocrinológicas: hipo o hipertiroidismo, trastornos en la menstruación.
Trastornos neurológicos: Dolor de cabeza, migraña, mareo, vértigo, fatiga.
Ansiedad, depresión, letargia o TDAH
Patologías infecciosas por cándidas, parásitos, virus o bacterias.
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