Un Maestro siempre les explicaba a sus alumnos una parábola al acabar sus lecciones, y a menudo los estudiantes no acababan de entender bien la moraleja de la misma.
Un día, un alumno le replicó:
- “Maestro, tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas el sentido y la mayoría de las veces no entendemos su significado”.
El Maestro le dijo:
- “Lo siento. Permíteme que para compensarte te invite a una fruta”- Dijo mientras le ofrecía un melocotón de aspecto riquísimo.
El discípulo contestó halagado:
- “Muchísimas gracias, Maestro”.
El Maestro antes de darle el melocotón le dijo:
- “Y para reparar el error, me gustaría pelarte el melocotón yo mismo… ¿Me lo permites?
El alumno le respondió:
- “Sí. Muchas gracias” – dijo el discípulo.
A lo que siguió el Maestro:
- “Ya que tengo un cuchillo en mi mano, ¿puedo cortarte el melocotón en trocitos y dártelo para que te sea más cómodo?”.
El alumno un poco azorado le respondió:
- “Umm, sí, vale, me encantaría… pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, Maestro, no es necesario”.
El Maestro continuó:
- “Yo te lo estoy ofreciendo, con lo que no es ningún abuso. Mi autentico deseo es complacerte”… “y para ello, me encantaría masticar el melocotón antes de dártelo”.
El alumno sorprendido se quejó rápidamente y con cara de asco le replicó:
- “Ecccs Maestro, eso no me gustaría en absoluto. No, no quiero que lo mastiques antes de dármelo”.
El Maestro hizo una pausa y dijo:
- “Si os descifrara el significado de cada parábola… sería como daros a comer una fruta mordida y masticada”.
Estas son las maravillosas parábolas del Maestro sufí, esperamos que te haya gustado… y enseñado.